

Por: Redacción Sinaí
Gary Keller abrió la entrevista con una declaración de guerra simbólica. No quiere ser recordado como un empresario, ni como un CEO millonario, sino como un agente inmobiliario. Y lo dijo en el escenario más expuesto de la industria, con el corazón en el barro y la mente en el futuro.
Este no fue un show de coaching, ni una charla motivacional. Fue un acto de resistencia, una advertencia estratégica y un llamado a la defensa territorial del rol profesional frente al avance implacable de las plataformas digitales.
Keller planteó que toda industria atraviesa tres fases:
Experimentación caótica: muchos modelos, prueba y error.
Innovación decisiva: el momento donde algunos líderes definen el estándar.
Consolidación o desaparición: donde solo sobreviven quienes dominan tecnología, datos y comunidad.
Según él, el real estate todavía está en el segundo estadio, pero entrando a toda velocidad al tercero. Y quien no haya construido ya su plataforma tecnológica va dos o tres años tarde.
Keller fue tajante: el hardware y el software son cosas del pasado. Hoy, el poder está en los datos, y el que los domine, dominará la relación con el cliente. La inteligencia artificial no es una moda, es el arma estratégica que definirá quién será el fiduciario: ¿el agente inmobiliario... o el algoritmo?
Keller separó con crudeza a la industria en dos tipos de actores:
Agentes empoderados por tecnología (como Keller Williams o modelos cooperativos).
Tecnología que reemplaza al agente (Zillow, Redfin, Compass, etc.).
Estos últimos —según él— no quieren trabajar con agentes: los necesitan solo por obligación legal. Si pudieran, los reemplazarían. Su objetivo: reducir comisiones al 1%, centralizar los datos y controlar la experiencia del cliente.
Para Keller, el celular es el nuevo campo de batalla. El “control remoto de la vida”. Quien no tenga una app que ofrezca al cliente una experiencia completa —desde la búsqueda hasta la hipoteca y la postventa—, quedará afuera.
Y advirtió algo más duro: quien no posea su software, está regalando su empresa. Así como Amazon, Facebook o Netflix construyeron su propia tecnología, el agente debe dejar de alquilar herramientas y comenzar a poseerlas.
Keller dijo que el entrenamiento, el coaching y la cultura siguen siendo fundamentales. Pero ya no bastan por sí solos. Ahora, deben integrarse a una plataforma inteligente que entienda al cliente, automatice procesos y prediga acciones con base en datos reales.
“La batalla no es por tecnología. Es por quién controla la relación con el cliente.”
“Si no construiste ya tu nube y tu IA, vas tres años tarde.”
“Las grandes plataformas quieren que el agente sea solo un operador funcional. Nosotros queremos que sea el protagonista.”
“El agente inmobiliario que sobreviva será el más adaptable, no el más grande.”
“El futuro no es buscar. Es poseer. El agente que no controle la experiencia completa, será reemplazado.”
Lo que Gary Keller plantea en EE.UU. es exactamente lo que estamos viendo en Olavarría, Argentina.
Mientras muchos insisten en proteger títulos, comisiones o estructuras vacías, la verdadera batalla ya comenzó: es una batalla cultural, digital y ética por quién controla el mercado.
El modelo Sinaí MLS no compite por cartel o comisión, sino por estructura, propósito y verdad. Es una red donde el agente no es un empleado de una plataforma, ni un engranaje más, sino un constructor de comunidad, con herramientas, datos y entrenamiento para liderar su zona con responsabilidad.
Así como Keller creó un ejército de agentes propietarios en EE.UU., Sinaí forma fiduciarios del Reino en cada barrio de Olavarría. El enemigo no es la tecnología. Es el desarraigo, la mentira institucional y la pérdida del control sobre el vínculo humano.
Y por eso, este no es un negocio. Es una guerra espiritual y territorial.