

Por: Portal Sinaí Olavarría
👉 En el último episodio de Converso, Edgardo Potes, uno de los empresarios más influyentes de la construcción olavarriense, dejó al descubierto una verdad incómoda: Olavarría necesita espacios de diálogo, cooperación y planificación estratégica para crecer.
Lo dijo con sencillez: “La ciudad podría dar un pasito más adelante si empresarios, cultura, turismo y campo opináramos juntos en un foro convocado desde lo público”.
La paradoja es que eso mismo —un orden compartido, un código de cooperación, una mesa común— es lo que el sistema tradicional ha bloqueado durante décadas. Potes, sin quererlo, está describiendo la arquitectura social del MLS Sinaí.
La entrevista mostró un recorrido admirable: desde trabajar a los 11 años con su padre albañil, hasta liderar una empresa con más de 500 empleados y obras de alcance nacional.
Potes habló de crisis, inundaciones, inflación, corrupción en la obra pública, y de cómo se reinventó construyendo edificios en Olavarría cuando nadie lo hacía.
Su resiliencia es innegable. Su apego al honor del apellido, un ejemplo. Pero su visión de futuro deja un vacío: él pide un orden que nunca encontró en la ciudad.
Cuando Potes dice que “la ciudad no logró aún convocar a sus empresarios, a su cultura, a sus fuerzas vivas para pensar juntos”, está describiendo el desorden que frena a Olavarría: cada uno por su lado, sin códigos compartidos.
Ese desorden es el mismo que hoy asfixia al mercado inmobiliario, donde colegas se atacan en lugar de colaborar. Donde la política convoca tarde y mal. Donde la obra pública se convierte en un pantano de corrupción.
Mientras algunos colegas pierden tiempo en hostigamientos personales y ataques mezquinos, un constructor que levantó edificios con 500 empleados pide lo mismo que ya impulsa el MLS: orden, cooperación y planificación.
El MLS Sinaí nace justamente para responder a ese vacío. No como imposición estatal ni como club cerrado, sino como estructura voluntaria de cooperación que protege al propietario, al comprador y al empresario serio.
Es el modelo que permitiría que la visión de Potes no quede en un deseo:
Reunir voces diversas.
Cuidar el honor del apellido y de la ciudad.
Planificar con ética, datos y reglas claras.
La entrevista a Edgardo Potes es mucho más que una historia personal: es el testimonio de un constructor que clama por el orden que Olavarría necesita.
El desafío no es esperar que lo convoquen los políticos ni que lo armen quienes lucran con el caos.
Ese orden ya está en marcha con Sinaí.
La pregunta es: ¿cuántos empresarios y ciudadanos como Potes se van a animar a sentarse en la mesa antes de que sea tarde?