

Por: Portal Sinaí Olavarría
Poder Local y Ciudadania | 22 ago 2025
De aldea a imperio: la lección olvidada que Olavarría necesita
Olavarría tiene talento, tiene recursos, tiene historia. Pero cuando hablamos de organización y visión de futuro, parece más una aldea medieval que una ciudad del siglo XXI. Cada sector tira para su lado: inmobiliarias que esconden información, políticos que negocian por detrás, empresarios enfrentados como rivales de cancha. Resultado: desconfianza, caos y oportunidades que se pierden todos los días.
¿Qué pasaría si Olavarría lograra un código común de cooperación, un sistema transparente donde cada actor supiera que gana más compartiendo que escondiendo?
La respuesta es simple: creceríamos el doble. El mercado se ordenaría, los compradores tendrían seguridad, los propietarios tendrían resultados y los profesionales tendríamos prestigio.
Hoy, sin embargo, vivimos en el modelo contrario: egoísmo, competencia sin reglas, favores por atrás y pactos frágiles que se rompen al primer viento.
Hace más de dos mil años, un joven de veinte años enfrentó un escenario parecido. Alejandro, príncipe de un reino pobre y dividido llamado Macedonia, heredó un país pequeño, desconfiado y sin respeto en el mapa del mundo. Nadie apostaba por él. Los poderosos lo subestimaban.
¿Qué hizo? Lo primero fue poner orden en casa: sofocó rebeliones internas, obligó a sus generales a alinearse y castigó sin piedad a los tibios. Después, levantó la vista: mostró a sus soldados que el enemigo –el Imperio Persa– estaba lleno de riquezas, tierras y gloria esperando ser conquistadas. No les habló de sobrevivir; les habló de ser recordados para siempre.
El resultado: un pueblo olvidado pasó a ser el ejército que conquistó medio mundo conocido.
No estamos hablando de Persia ni de ejércitos. Hablamos de mercado inmobiliario, de cooperación, de reglas claras y de un MLS que puede ordenar la ciudad.
La pregunta es la misma que Alejandro hizo a sus hombres:
👉 “¿Queremos seguir siendo campesinos aislados, pobres de visión y peleados entre nosotros, o queremos ser recordados como los fundadores de una nueva etapa de grandeza?”
Probablemente algunos se rían al leer este paralelo. Es lógico: Olavarría no es Macedonia, y nadie acá carga con lanzas ni caballos. Pero la enseñanza es demasiado clara para ignorarla:
Alejandro demostró que incluso desde un rincón pequeño y olvidado se puede cambiar el mundo.
Lo que hace falta no son recursos infinitos, sino visión, coraje y un código común que ordene a la comunidad.
La historia nos recuerda que los grandes imperios nacen cuando alguien deja de pensar en sobrevivir y empieza a pensar en trascender.
¿Será Olavarría capaz de dar ese paso?