

Por: Observatorio Sinaí
🌪️ Don Quijote en Buenos Aires y la batalla por un mercado justo
La locura lúcida que inspira al MLS Sinaí en Olavarría
En pleno corazón de Buenos Aires, entre semáforos, edificios grises y el ruido ensordecedor de la ciudad, se levanta una figura inesperada: Don Quijote de la Mancha. Con lanza en mano y rostro firme, avanza sobre su caballo contra enemigos invisibles, sostenido por un pedestal blanco que parece emerger como montaña.
El Quijote no está allí por casualidad. Es la encarnación de una pregunta eterna: ¿vale la pena luchar contra molinos disfrazados de gigantes? Su creador, Miguel de Cervantes, hizo de este caballero una parábola universal sobre la delgada línea entre la locura y la visión.
Hoy, esa estatua se convierte en espejo del MLS Sinaí en Olavarría.
Así como Don Quijote enfrentaba molinos creyéndolos gigantes, los agentes del Sinaí enfrentan un enemigo disfrazado de poder legítimo: un mercado inmobiliario desordenado, egoísta y lleno de barreras artificiales.
Los colegios de martilleros, las inmobiliarias que esconden información y los políticos que miran hacia otro lado son los molinos de nuestro tiempo. Parecen gigantes porque controlan títulos, sellos y reglamentos. Pero en realidad no son más que estructuras huecas que giran sobre sí mismas.
Don Quijote se lanzó a la batalla con una lanza. Sinaí lo hace con algo mucho más poderoso: un código de ética compartido, la exclusividad como orden estratégico y la cooperación como arma invencible.
El MLS Sinaí no es una fantasía irreal. Es la respuesta concreta al caos. Es el orden en medio de la fragmentación. Es el caballero que, aun siendo ridiculizado por la aldea, sabe que el futuro pertenece a quienes luchan con fe y visión.
Si Buenos Aires erigió a Don Quijote como símbolo, Olavarría debe levantar al Sinaí como sistema. Porque lo que hoy parece una lucha solitaria contra molinos terminará siendo la semilla de un nuevo orden: una ciudad organizada, un mercado transparente, una comunidad que confía y prospera.
El Quijote de Teno en la Avenida Belgrano nos recuerda que los grandes cambios comienzan con alguien que se atreve a parecer loco.
Y si ser loco significa defender la verdad, compartir información y levantar un sistema de confianza, entonces Olavarría necesita más “quijotes”.