Por: Observatorio Sinaí Olavarría

Un mercado tomado por el miedo

Hoy, los martilleros tradicionales de Olavarría se presentan como guardianes de la ley. Pero los hechos son claros: más de 8 carta documentos, cédulas, amenazas veladas y hostigamiento directo contra quienes buscamos innovar y servir mejor a la ciudadanía.

Nos acusan de lo que ellos mismos hacen: imponer, hostigar y perseguir. Quieren que la gente crea que somos un problema, cuando en realidad el verdadero problema es un sistema mafioso que recauda miles de dólares y no devuelve nada.

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La caja negra de los 25 mil dólares

Cada mes, los más de 150 matriculados de Olavarría pagan alrededor de 170 dólares cada uno al Colegio. Eso significa 25 mil dólares mensuales, una cifra que en una ciudad como la nuestra es enorme.

solo seis martilleros públicos locales concentran la representación y el poder de esa recaudación.

Esos seis, que deberían dar la cara por el sistema, son los que hasta el día de hoy no explican nada, no muestran en qué se gasta el dinero, no presentan un plan ni asumen la responsabilidad del caos que vivimos.

Callan ante los vecinos, callan ante los propietarios y callan ante los propios colegas. Pero para perseguir y mandar carta documentos, ahí sí aparecen rápido.

¿En qué se usa? ¿Sistemas modernos? ¿Reglas claras? ¿Beneficios para vecinos, propietarios y compradores? Nada de eso existe. La plata se escurre, mientras los olavarrienses siguen atrapados en un mercado fragmentado, caro y desconfiado.

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El silencio de los tibios

No todos persiguen. Muchos ven, saben y callan. Esa tibieza es peor que el ataque: sostienen con su silencio a una mafia que se enriquece mientras expulsa a los nuevos agentes y bloquea cualquier intento de cooperación.

Es hora de preguntarles: ¿hasta cuándo van a mirar para otro lado?

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Orden frente al caos

El dilema ya no es “MLS sí o no”. El dilema es seguir sometidos a una mafia que roba con cuotas, amenazas y desorden, o dar un paso hacia un modelo que garantice orden, trazabilidad y ética.

El Sinaí no pide privilegios: pide justicia, transparencia y trabajo en equipo.
Los martilleros eligieron la persecución.
Nosotros elegimos el futuro.