

Por: Observatorio Sinaí
🔴 1. El teatro político
Las elecciones lo demostraron: gane quien gane, nada cambia.
Discursos vacíos.
Promesas recicladas.
Denuncias que nunca llegan a nada.
👉 La política vive de mantenernos sin sistema, porque en el desorden conservan poder y acomodo.
Sin datos ni reglas claras, la economía local funciona como un casino:
Propiedades que tardan años en venderse.
Comercios que abren y cierran sin estadísticas reales.
Alquileres y precios de terrenos manipulados por unos pocos.
👉 El caos no es casual: es negocio de los que manejan información en la oscuridad.
El mercado inmobiliario es espejo del desorden:
Inmobiliarias que no comparten datos.
Vendedores que se pisan operaciones.
Propietarios confundidos y compradores frustrados.
👉 En vez de cooperar para vender más rápido, se pelean. Y todos pierden.
Clubes, asociaciones, sindicatos, hasta algunas iglesias: muchas de las instituciones que nacieron para organizar y unir a la sociedad hoy están vacías de objetivo.
Perdieron visión.
Se burocratizaron.
O se alinearon al poder de turno.
👉 En vez de representar a la gente, se desconectaron de ella.
Barrios aislados.
Vecinos que no se hablan.
Desconfianza generalizada.
El costo psicológico es enorme: estrés, resignación y apatía. Una ciudad sin tejido social es presa fácil de los inescrupulosos.
La solución no es esperar que los políticos cambien. La solución es armar nuestro propio sistema:
Comités de cuadra y barrio 🤝.
Una Asociación ciudadana con voz real 📊.
Un MLS local que ordene el mercado y multiplique la economía 📈.
Olavarría vive en el caos y lo ha normalizado. Pero lo normal no es lo correcto.
📌 El desorden beneficia a unos pocos, mientras la mayoría se hunde en la apatía.
📌 El orden nos conviene a todos, y solo puede nacer de nosotros, los vecinos.
👉 La pregunta es simple: ¿seguimos resignados al desorden o empezamos a construir el sistema que la ciudad necesita?