

Por: Observatorio de Transformación Inmobiliaria y Justicia Territorial Sinaí
Durante años, Olavarría convivió con una realidad que casi nadie mide pero todos pagan: la falta de trazabilidad inmobiliaria.
Cada casa publicada con tres precios distintos, cada propiedad duplicada en portales, cada tasación arbitraria o trato sin registro tiene un costo invisible que erosiona el valor total del mercado y la confianza de los ciudadanos.
En el fondo, no se trata de vender casas, sino de organizar información.
Y en Olavarría, la información está rota.
Un mismo terreno puede valer 30% más o menos según quién lo publique.
Una propiedad puede estar a la venta durante años sin saber cuántos la visitaron, quién la mostró o por qué no se vendió.
El propietario se cansa, el comprador desconfía, y el intermediario profesional desaparece entre rumores.
El resultado: una economía inmobiliaria informal, emocional y sin datos, donde cada uno “se las rebusca”, pero nadie construye un sistema común.
Cuando no hay trazabilidad:
Los precios se distorsionan, generando inflación inmobiliaria ficticia.
Se pierden oportunidades de inversión, porque los datos no son confiables.
Se desalienta la construcción y la confianza crediticia.
El Estado recauda menos, los desarrolladores invierten menos y el ciudadano promedio paga más.
El desorden no es solo ético: es económico.
Cada operación mal cerrada o mal registrada empobrece a todos, no solo a quien la ejecuta.
Frente a este caos, el Sistema Sinaí propone algo revolucionario por su simpleza:
una base común donde cada propiedad tenga un solo registro, un historial claro, y donde todos los agentes puedan colaborar bajo reglas éticas y trazables.
No se trata de franquicias, ni de partidos, ni de slogans.
Es la evolución natural del mercado: ordenar para crecer.
El MLS Sinaí devuelve transparencia, eficiencia y profesionalismo al mercado local.
Permite que el propietario sepa en tiempo real quién trabaja su propiedad, qué resultados obtiene y bajo qué parámetros.
Permite que los agentes cooperen sin competir con trampas.
Y permite que Olavarría, por primera vez, tenga estadísticas reales.
Olavarría no necesita más leyes, necesita estructura voluntaria y ética compartida.
Cada corredor, cada asesor, cada propietario puede seguir sosteniendo el caos o decidir integrarse a un orden que lo supere.
Porque el progreso no llega con discursos: llega con sistemas que evitan volver atrás.
“La verdad os hará libres, pero primero os ordenará.”
– Inspirado en Juan 8:32
Hoy, el desorden tiene nombre y la solución también:
Sinaí, el sistema que devuelve confianza al mercado y dignidad al trabajo inmobiliario.