

Por: Diego A. Ibarlucía
🏛️ La imagen de una advertencia
En la foto, el monumento se alza imponente contra un cielo azul perfecto.
San Martín, a caballo, parece seguir cabalgando sobre una ciudad que se detuvo.
A su alrededor, los árboles siguen firmes, pero los galpones del fondo están oxidados, con muros descascarados y grafitis que cuentan el paso del tiempo.
La piedra del pedestal —firme, ordenada, exacta— contrasta con el desorden que la rodea.
Es una postal viva de lo que somos: grandeza dormida entre ruinas modernas.
Allí, en esa esquina de Olavarría, el silencio tiene peso.
Y esa piedra parece decirnos algo:
que lo que alguna vez se levantó con sacrificio puede caer,
si quienes lo heredan olvidan el sentido de unidad que lo hizo posible.
Jesús dijo:
“Toda casa dividida contra sí misma no podrá permanecer.”
Lo dijo frente a quienes lo acusaban injustamente, pero hablaba de algo universal.
De cómo el mal se destruye desde adentro cuando pierde su propósito.
De cómo el orgullo, la envidia y la mentira corroen más que cualquier enemigo.
La enseñanza era clara entonces, y lo es hoy:
ningún pueblo, ninguna familia, ninguna ciudad sobrevive si cada uno lucha solo para sí mismo.
Olavarría, como tantas ciudades argentinas, vive esa división en carne viva.
El vecino desconfía del otro.
El comerciante del político.
El político del periodista.
El profesional del profesional.
Y así, poco a poco, la casa se cae.
No por guerras, sino por falta de propósito común.
El problema no está en las calles: está en el alma colectiva.
Nos acostumbramos a sobrevivir sin construir, a criticar sin cooperar, a hablar sin actuar.
De ese diagnóstico —doloroso pero real— nace el Movimiento Sinaí.
Una propuesta que no viene a imponer, sino a reordenar.
A unir lo que el egoísmo y la política fragmentaron.
El MLS Sinaí es un modelo de cooperación profesional y ciudadana:
compartir datos, unir esfuerzos, recuperar la confianza perdida.
No es un proyecto inmobiliario, sino una arquitectura moral.
Una forma de demostrar que trabajar bien, cumplir la palabra y compartir la verdad es servir a Dios y al prójimo al mismo tiempo.
Mientras otros discuten, en Olavarría se construye algo nuevo:
📜 Una Asociación Civil con base ética y legal.
🧩 Procesos claros y justos, sin trampas ni atajos.
🎓 Formación y conocimiento para profesionales y vecinos.
🖥️ Un portal donde la verdad tenga lugar.
Nada de esto busca fama. Busca estructura.
Porque sin cimientos, hasta la buena voluntad se derrumba.
Y sin valores, la ley se vuelve excusa.
Olavarría no sufre por falta de talento, sino por exceso de ego.
Todos saben qué hay que hacer, pero pocos lo hacen juntos.
Y así se cumple, palabra por palabra, la advertencia de Jesús:
“Toda casa dividida contra sí misma no podrá permanecer.”
No hay milagro que cure la división.
Solo la verdad, el trabajo organizado y la cooperación sincera pueden volver a levantar la casa común.
El monumento al Libertador no es solo historia: es espejo.
Nos recuerda que sin unión, hasta la gloria se oxida.
Pero también que un pueblo puede levantarse otra vez cuando elige servir antes que destruir.
“Una ciudad reconstruida sobre la verdad no teme al viento.”
— Diego Ibarlucia
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