

Por: Redacción Estratégica | Sinaí Olavarría
“Si puedes mantener la cabeza cuando todos la pierden y te culpan a ti…”
Esa línea, por sí sola, describe la esencia de cualquier proceso de reconstrucción social.
En Olavarría, donde las instituciones se deshilachan y la confianza entre vecinos parece un recuerdo, el poema de Kipling puede leerse como un llamado al carácter: a no rendirse ante el cinismo, a no ceder ante la mentira, y a seguir edificando incluso con las manos heridas.
Construir algo duradero en medio del caos no es para todos. Requiere disciplina emocional, visión espiritual y la humildad del artesano que vuelve a levantar su obra una y otra vez, sin resentimiento. Eso es exactamente lo que representa el espíritu de Sinaí MLS Olavarría: volver a creer en el trabajo bien hecho, en la cooperación, y en la reconstrucción desde el orden y la verdad.
“Si puedes ver las cosas por las que diste tu vida rotas,
y agacharte y reconstruirlas con herramientas gastadas…”
Esa frase es el corazón del proyecto Sinaí: tomar las herramientas gastadas de la sociedad olavarriense —la confianza, la palabra, la colaboración— y volver a hacerlas funcionar. No desde la queja, sino desde la acción silenciosa y perseverante.
Kipling termina diciendo:
“Si puedes resistir cuando no queda nada en ti,
excepto la Voluntad que les dice: ¡Sigue adelante!
Entonces serás un Hombre, hijo mío.”
Y ahí está la enseñanza más profunda: ser hombre —o mujer— es resistir con propósito cuando todo lo demás se apaga. En esa línea se funda Sinaí: una comunidad que no se rinde, que reconstruye sin odio, y que demuestra que aún es posible honrar la palabra, la ética y el trabajo compartido.
Ser olavarriense hoy es, de alguna manera, vivir el poema de Kipling.
Seguir construyendo cuando el sistema se derrumba.
Soñar, pero sin que el sueño te domine.
Y seguir adelante cuando todo parece perdido.
Eso —y no otra cosa— es lo que diferencia a los pueblos que renacen de los que se resignan.
Si puedes mantener la calma cuando todo está a tu alrededor
Están perdiendo el suyo y te echan la culpa a ti;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres dudan de ti,
Pero también hay que tener en cuenta sus dudas;
Si puedes esperar y no cansarte de esperar,
O, si te mienten, no trates con mentiras,
O, siendo odiado, no des paso al odio,
Y sin embargo, no parezcas demasiado bueno ni hables con demasiada sabiduría;
Si puedes soñar, y no hacer que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre
Y tratad a esos dos impostores de la misma manera;
Si puedes soportar escuchar la verdad que has dicho
Torcido por bribones para hacer una trampa para los tontos,
O ver rotas las cosas por las que entregaste tu vida,
Y agacharse y reconstruirlos con herramientas gastadas;
Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
Y arriesgarlo en un giro de lanzamiento y lanzamiento,
Y perder, y volver a empezar desde el principio.
Y nunca digas una palabra sobre tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón, tus nervios y tus tendones
Para servir a tu turno mucho después de que se hayan ido,
Y así aguanta cuando no hay nada en ti
Excepto la Voluntad que les dice: “Esperad”;
Si puedes hablar con las multitudes y conservar tu virtud,
O caminar con reyes, sin perder el contacto común;
Si ni los enemigos ni los amigos que te aman pueden hacerte daño;
Si todos los hombres cuentan para ti, pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el minuto implacable
Con sesenta segundos de distancia recorrida—
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
Y lo que es más, ¡serás un hombre, hijo mío!
Este poema es de dominio público.