Por: Observatorio de Transformación Inmobiliaria y Justicia Territorial Sinaí
🐴 Los burros del sistema
Están en todas partes. Repiten lo que escuchan, sin pensar.
Defienden estructuras caducas, juramentos vacíos y sellos que ya no significan nada.
Dicen “así se hace” mientras la ciudad se cae a pedazos.
El burro no es malvado, sólo no ve.
Representa a los que siguen reglas muertas, aunque el suelo tiemble bajo sus pies.
Habitan los pasillos institucionales.
Son los que sonríen mientras conspiran.
Susurran en los oídos correctos, manipulan con dulzura y actúan con veneno.
No construyen, administran la confusión.
Viven del “no se puede”, del “siempre fue así”, del miedo a perder control.
En Olavarría, las serpientes no están en el campo: están detrás de los escritorios.
Hablan de justicia, pero negocian con la injusticia.
Predican ética, pero facturan caos.
Son los que dicen representar al pueblo mientras viven del sistema que lo oprime.
El lobo se disfraza de colega, de político, de defensor, de “hombre de bien”.
No busca el bien común, busca el control del corral.
La mayoría silenciosa.
Cansados, desilusionados, anestesiados por años de promesas rotas.
Viven con miedo a ser señalados, entonces callan.
Y ese silencio —más que la corrupción— es lo que mantiene al caos de pie.
Pocas, pero visibles.
No piden permiso para volar.
No esperan subsidios, ni sellos, ni aprobación.
Ven la ciudad desde arriba y actúan con visión.
Entienden que la batalla no es entre inmobiliarias, ni entre colegios, ni entre partidos.
Es entre la verdad y la mentira, la luz y la sombra, la cooperación y el egoísmo.
El águila no discute con burros: vuela y transforma.
Olavarría no necesita más obras, ni más slogans.
Necesita que alguien vuelva a nombrar las cosas:
llamar a la corrupción por su nombre, al miedo por su nombre, y a la verdad por el suyo.
El MLS Sinaí no es un proyecto inmobiliario, es un acto de restauración moral.
Porque cuando las palabras recuperan sentido,
las instituciones vuelven a tener alma,
y la ciudad vuelve a tener esperanza.