Por: Unidad de Investigación Cívica – Sinaí Olavarría
⚖️ “Justicia en arenas movedizas”: la confesión de un sistema podrido
El abogado Juan Pablo Gallego, reconocido por su rol en la condena del cura Julio César Grassi, acaba de publicar “Justicia en Arenas Movedizas”, un libro que expone con crudeza el estado terminal del sistema judicial argentino.
Gallego —con aval internacional y más de tres décadas de trabajo en derechos humanos— denuncia lo que todos intuyen pero pocos se atreven a decir: en la Argentina, la justicia ya no es un poder, es un laberinto de intereses personales, favores políticos y amistades estratégicas.
“Si se debilita la Justicia, la injusticia, la arbitrariedad y la desigualdad se imponen”, advierte el jurista español Javier Cremades en el prólogo.
Lo que el libro plantea es tan simple como incómodo: la justicia dejó de ser un valor y se transformó en una moneda. En los tribunales, los contactos valen más que los códigos; las relaciones, más que las leyes. Y el ciudadano común, sin poder, sin influencias, queda completamente indefenso.
Argentina tiene una de las densidades legislativas más altas del planeta. Cada año se crean cientos de nuevas leyes, decretos y resoluciones, pero la vida cotidiana sigue igual o peor.
En lugar de garantizar el orden, esa maraña legal sirve para justificar la corrupción, proteger privilegios y perseguir a quien no pertenece al círculo del poder.
Cuanto más leyes existen, más oportunidades hay para torcerlas.
El resultado es un país con miles de normas, pero sin normas morales.
El ciudadano honesto vive paralizado por la burocracia, mientras los inescrupulosos aprenden a moverse entre los vacíos del sistema.
Gallego lo explica con claridad: la crisis de la justicia es el reflejo de la crisis de toda la sociedad.
Sin justicia, no hay confianza. Sin confianza, no hay economía. Sin economía, no hay educación ni progreso.
Todo lo que vemos hoy —desde la inseguridad hasta el fracaso escolar, desde la inflación hasta la corrupción— nace del mismo mal estructural: la ausencia de orden y verdad.
Argentina no es pobre porque le falten recursos, sino porque le sobra impunidad.
Y eso se siente en cada rincón del país, incluso en ciudades como Olavarría, donde el ciudadano común ya no confía ni en las instituciones ni en quienes deberían representarlo.
En medio de este panorama, el MLS Sinaí no es solo un modelo inmobiliario: es una reforma moral aplicada al mercado.
Mientras el sistema judicial se hunde en la arbitrariedad, el MLS propone transparencia, trazabilidad y cooperación verificable.
No hay leyes infinitas, ni títulos falsos de autoridad, ni intermediarios corruptos: solo reglas claras, datos públicos y compromiso ético.
El MLS Sinaí muestra que el orden puede construirse de abajo hacia arriba, con acuerdos reales entre personas reales, sin depender de instituciones decadentes.
Es la misma lógica que el libro de Gallego reclama para la justicia: un sistema basado en responsabilidad individual, control cruzado y valores compartidos.
En tiempos de desregulación y anomia, donde se eliminan estructuras sin reemplazarlas por orden moral, el mensaje de Justicia en Arenas Movedizas es un llamado urgente:
Si no reconstruimos el sentido de justicia y cooperación, la libertad se convierte en caos.
Olavarría no necesita más leyes ni más políticos: necesita orden, confianza y verdad.
Y eso empieza por construir instituciones nuevas, honestas y verificables.
El MLS Sinaí es una de ellas. No viene a competir con el sistema, sino a recordarle al sistema lo que alguna vez debió ser.