Por: Observatorio de Transformación Inmobiliaria y Justicia Territorial Sinaí
Argentina es un país colmado de recursos —carne, gas, energía, agro, industria, minerales— pero con una paradoja tan brutal como evidente: la riqueza está, pero nunca llega a la mesa de los argentinos.
En esta entrevista exclusiva realizada por Diego Ibarlucía, el ingeniero y referente político Martín Ayerbe, candidato a presidente y referente del proyecto nacional productivo, expone sin maquillaje las causas estructurales del derrumbe argentino y el camino para reconstruir un país ordenado.
Ayerbe no habla desde la improvisación ni desde el marketing político:
habla desde la industria naval, la metalurgia, la ganadería, la logística internacional y la experiencia concreta de haber visto cómo Argentina perdió sus capacidades productivas que antes la hacían un gigante respetado.
Una de las definiciones más fuertes de la conversación es casi una confesión incómoda:
“En Argentina no hay datos reales. No sabemos cuánto valen las cosas, cuánto producimos, ni cuánto se exporta en serio. Así no se puede planificar un país.”
Es exactamente el problema que Sinaí viene marcando hace años:
no se puede ordenar el mercado —ni la industria, ni el Estado, ni la vivienda— sin información objetiva, transparente y verificable.
Ayerbe lo lleva al plano nacional: mientras otros países miden todo, Argentina es un territorio donde el Estado, las corporaciones y los ciudadanos operan en la oscuridad.
Y en la oscuridad crecen siempre los mismos:
los inescrupulosos, no los mejores.
Ayerbe señala que Argentina se transformó en un “basurero industrial” de potencias extranjeras.
La pérdida de la marina mercante, la destrucción del ferrocarril, la dependencia naviera, el ingreso de chatarra y la desprotección a la industria local hicieron que el país pierda su musculatura económica.
Explica que ningún país desarrollado renunció a sus industrias clave.
Argentina sí. Y lo pagó con salarios bajos, fuga de talentos y ciudades sin rumbo.
Uno de los momentos más impactantes de la entrevista es cuando Ayerbe afirma que el salario argentino debería medirse en kilos de carne por hora trabajada.
Es simple, crudo y poderoso.
“En un país ganadero, el pueblo dejó de comer carne. Eso es señal de decadencia.”
Para Ayerbe, Argentina podría duplicar o triplicar su stock ganadero y volver a poner la carne en la mesa de los trabajadores.
Esto coincide con la visión Sinaí: un país ordenado empieza por lo básico:
comer bien, trabajar bien, vivir bien.
Ayerbe sostiene que el país necesita millones de viviendas construidas por argentinos, con industria local, sin depender de importaciones absurdas.
Y que el acceso a la casa propia no puede ser un privilegio.
En esto encaja el corazón del modelo MLS Sinaí:
ordenar el caos inmobiliario, transparentar precios, generar datos reales y reconstruir la confianza entre compradores, vendedores y agentes.
Sin orden inmobiliario no hay país que se pueda levantar.
La entrevista se vuelve profundamente humana cuando Ayerbe afirma que sin familia no hay comunidad, y sin comunidad no hay nación.
El mensaje es directo:
“La patria se defiende en la familia. Ahí empieza la libertad y ahí empieza el orden.”
Coincide con tu visión, Diego:
el colapso de Argentina es también espiritual, cultural y moral.
Lo económico no puede repararse sin restaurar primero la estructura emocional y moral del país.
La última pregunta de Diego resume todo:
¿Qué debe hacer un ciudadano mañana mismo para empezar a reconstruir el país?
Ayerbe responde sin tecnicismos:
fortalecer la familia,
cuidar a los hijos del adoctrinamiento,
reconstruir la comunidad,
y volver a participar en la vida pública desde abajo.
No esperar al Estado.
No esperar al líder perfecto.
No esperar al momento ideal.
La reconstrucción empieza en la casa, sigue en la comunidad y termina en la nación.
Esta entrevista confirma algo que venimos diciendo:
el problema argentino es desorden,
y la solución no será solo económica ni electoral.
Es estructural.
Es cultural.
Es moral.
Es comunitaria.
Ayerbe expone el diagnóstico nacional.
Sinaí Olavarría trabaja la aplicación territorial:
ordenar mercados, reconstruir confianza, formar agentes, generar datos, proteger familias y rearmar el tejido social desde abajo.
El país que queremos no se vota:
se construye.