lunes 15 de diciembre de 2025 - Edición Nº200

Reforma y Desregulación | 3 dic 2025

Reforma y Desregulación

La gran trampa inmobiliaria argentina: se “desregula” el caos, se protegen los oligopolios y el ciudadano sigue atado

Durante décadas, los colegios inmobiliarios convirtieron una actividad comercial en una “profesión científica” para cerrar el mercado, expulsar competencia y encarecer la vivienda. Ahora, con la desregulación en marcha, el riesgo es otro: que el desorden histórico y la falta de sistemas sigan destruyendo a los argentinos, mientras las grandes franquicias –ya consolidadas por 20 años de ventaja– disfrutan del país donde más rentable es operar. Libertad sin orden real: el negocio perfecto para los inescrupulosos, la pérdida silenciosa para todos los demás.


Por: Observatorio de Transformación Inmobiliaria y Justicia Territorial Sinaí

1. El experimento argentino: cuando vender casas se volvió “profesión científica”

Lo dijo Jorge Amodeo Cassoti con todas las letras:
En ningún país serio el corretaje inmobiliario se considera una profesión científica. Es una actividad comercial: conectar partes, organizar información, cuidar que el negocio se haga bien y cobrar una comisión.

En Argentina, un grupo reducido de referentes del gremio hizo una jugada quirúrgica a fines de los 90:

  • Metieron al corretaje en la Ley de Educación Superior.

  • Lo vistieron de “carrera universitaria científica”.

  • Exigieron título universitario y colegiación obligatoria para trabajar.

Traducción:
Convirtieron una actividad comercial abierta en un corralito corporativo controlado por colegios que:

  • Definen quién puede entrar.

  • Fijan honorarios mínimos.

  • Persiguen a cualquiera que se atreva a trabajar por fuera.

No fue para proteger al ciudadano.
Fue para proteger privilegios.
Y funcionó: hoy tenés provincias donde hay que estudiar 5 o 6 años para hacer lo mismo que en otros países se habilita con cursos cortos, certificaciones privadas y competencia real.

Eso ya es un despropósito.
Pero no termina ahí.


2. Mientras Argentina se encerraba, el mundo ordenado avanzaba

Miremos el contraste con los países desarrollados:

  • La intermediación inmobiliaria es comercial, no “científica”.

  • El Estado fija un marco básico (contratos, consumo, impuestos) y punto.

  • La calidad se garantiza por tres ejes privados:

    • MLS y sistemas compartidos de datos (mercado transparente, precios reales, historial de operaciones).

    • Asociaciones voluntarias con códigos de ética claros (el que rompe las reglas pierde reputación y negocio).

    • Competencia abierta: entra talento nuevo todo el tiempo; el que sirve prospera, el que no, desaparece.

Resultado:

  • Los ciudadanos comparan mejor.

  • Los agentes tienen herramientas, datos y comunidad.

  • Los precios no dependen de “lo que se le canta” a cada uno, sino de información estructurada y trazable.

No es un paraíso. Hay problemas, sí.
Pero hay sistema.
Hay orden.
Hay instituciones privadas profesionales que organizan el juego.


3. ¿Qué hicimos acá? Cerramos el mercado… y les regalamos el país a las franquicias

Mientras Argentina se entretenía con el título universitario, la matrícula, los sellos, las asambleas y el ego de los colegios, pasó algo obvio:
Entraron las franquicias internacionales.

Y aprovecharon tres cosas:

  1. El caos local:

    • Mercado fragmentado.

    • Miles de inmobiliarias sin sistema, sin datos, sin MLS, sin marca fuerte.

    • Colegios ocupados en perseguir “ilegales” en vez de construir estándares reales.

  2. La asfixia regulatoria:

    • Para un pibe de barrio o un agente con talento, la escalera de entrada es casi imposible: carrera larga, costos, tiempos, habilitaciones.

    • Para una franquicia con capital, abogados y manuales importados, es apenas un trámite.

  3. La desesperación del corredor suelto:

    • Muchos martilleros y corredores se vieron solos, sin red, sin tecnología.

    • ¿Solución rápida? Entrar bajo la bandera de una franquicia: marca, sistema, capacitación, “pertenencia”.

Resultado:

  • Las franquicias se convirtieron en oligopolios de hecho.

  • Usan el mismo marco legal argentino que supuestamente “protegía al profesional local”, pero con una ventaja brutal:

    • capital,

    • marketing,

    • contratos cerrados,

    • y sistemas propios.

Hoy Argentina es, para varias de estas redes, uno de los países donde más rentable es operar, no porque el mercado esté ordenado, sino porque el desorden y el encierro regulatorio les regaló el tablero.

Los colegios frenaron la evolución natural del mercado local
y las franquicias se quedaron con el premio.

Eso no fue casualidad.
Fue una estafa institucional a la capacidad productiva del país.


4. Ahora “desregulan”… pero dejan intacta la trampa

Ahora llegamos al presente.

Se habla de desregulación inmobiliaria, de “más libertad”, de “abrir el juego”.
Suena bien. Sobre el papel, muchas cosas que denuncia Jorge son ciertas:

  • el corretaje no debería ser científico,

  • la colegiación obligatoria es un abuso,

  • 21 regímenes provinciales diferentes es un chiste pesado.

Pero acá aparece la nueva trampa:

Si vos “desregulás” sin ordenar:

  • No desarmás las ventajas que las franquicias construyeron en 20 años.

  • No le das a los argentinos un sistema local competitivo (tipo MLS real, abierto, trazable).

  • No creás un estándar de datos, ética y cooperación que pueda rivalizar con los modelos importados.

Entonces, ¿qué pasa?

Pasa lo obvio:

  • El ciudadano sigue en un mercado opaco, sin estadísticas, sin MLS nacional, sin cultura de cooperación.

  • Los martilleros y agentes sueltos siguen desorganizados, desconfiados entre sí y peleando por migajas.

  • Las franquicias, mientras tanto, ya tienen:

    • plataformas,

    • sistemas internos de referidos,

    • manuales de operación,

    • marketing aceitado,

    • y años de ventaja en captación y posicionamiento.

La película real es brutal:
Se desregula el caos, no se ordena el mercado.
Y los únicos que ganan son los que ya venían con toda la cancha marcada.

A eso se le llama ingeniería legal funcional al oligopolio.
Aunque se disfrace de “liberalismo”, en los hechos solo consolida la posición de los que ya tienen ventaja.


5. El rol de los políticos y legisladores: cuando la cobardía se vuelve complicidad

Acá no hay inocentes:: Los “colegas” del Colegio: décadas de beneficios personales y cero cooperación. Durante años, muchos referentes de los colegios vivieron del sistema: cobraron cuotas, multas y privilegios mientras no aportaron datos, no construyeron redes y no compartieron una sola operación. Ganaron plata sin trabajar en serio y bloquearon a quienes sí querían profesionalizarse. Ese es el verdadero daño: décadas de robo institucionalizado y cero cooperación real.

  • Los colegios inmobiliarios que inventaron la ficción del “corretaje científico” son responsables de haber frenado el desarrollo sano del sector por décadas.

  • Los políticos que levantaron la mano para sostener esa estructura, también.

  • Y ahora, los que se sientan en el Congreso, en despachos y en estudios de TV a hablar de “libertad” sin nombrar el problema central –el caos estructural del mercado y el negocio redondo de quienes se beneficiaron del desorden– también cargan con responsabilidad.

No es ignorancia.
A esta altura, es omisión deliberada.

Porque cualquiera que mire números y observe la realidad ve esto:

  • Argentina no tiene un MLS nacional serio.

  • No tiene estadísticas públicas confiables de precios y operaciones.

  • No tiene cultura profesional cooperativa entre inmobiliarias.

  • No tiene sistemas abiertos que permitan a un chico nuevo competir en igualdad de condiciones con una multinacional.

Y sin embargo, el discurso público se queda en la superficie:
“Desregular”, “abrir”, “libertad”.

Libertad para quién
y con qué herramientas.

Si no lo responden, son inescrupulosos.
Porque saben perfectamente quién se lleva la mayor tajada del caos.


6. Los que pierden siempre: ciudadanos, martilleros honestos y agentes con hambre de mejorar

¿Quién paga el precio de todo esto?

  • El inquilino que termina pagando más caro porque el desorden, la falta de datos y la intermediación opaca se trasladan al precio.

  • El comprador joven que no entiende por qué nunca sabe si está pagando caro o barato.

  • El martillero honesto de ciudad chica que quiere trabajar bien, pero queda atrapado entre:

    • un colegio que no lo defiende,

    • un sistema viejo que lo aprieta,

    • y franquicias que lo seducen o lo aplastan.

  • El agente inmobiliario suelto, con talento y vocación, que no tiene ni datos, ni MLS, ni cultura de red, ni marcos claros de cooperación.

Todos esos pierden.
Y vienen perdiendo hace 20 años.


7. ¿Qué sería ordenar de verdad el mercado inmobiliario argentino?

Ordenar no es inventar otra corporación.
Ordenar no es cambiarle el nombre al colegio.
Ordenar no es crear otro ente burocrático.

Ordenar de verdad implica:

  • Reconocer la naturaleza comercial del corretaje: es un servicio, no una ciencia.

  • Liberar el acceso al trabajo, sí…
    pero al mismo tiempo construir desde lo privado:

    • sistemas de información compartida (MLS),

    • reglas de cooperación claras,

    • códigos de ética exigibles dentro de redes voluntarias,

    • trazabilidad de operaciones,

    • estadísticas abiertas para el ciudadano.

En los países donde el mercado funciona mejor, las estructuras que ordenan NO son colegios estatales cerrados, sino asociaciones fuertes y sistemas compartidos donde los profesionales compiten… pero sobre una cancha clara.

Argentina hizo todo al revés:

  • Cerró el acceso.

  • Fomentó el caos.

  • Benefició a los que ya venían con poder económico y estructura.

Si la “desregulación” no viene acompañada de una reconstrucción ética, tecnológica y cooperativa, lo único que cambia es el discurso.
La esencia sigue siendo la misma:
los argentinos pierden, los inescrupulosos cobran.


8. Lo que nadie quiere decir en voz alta

Lo incómodo es esto:

  • No alcanza con pegarle a los colegios.

  • No alcanza con citar frases liberales.

  • No alcanza con gritar “libertad” por televisión.

La verdad escandalosa del caos inmobiliario argentino es que:

  • Lo construyeron años de lobby corporativo.

  • Lo sostienen hoy políticos, dirigentes y comunicadores que eligen mirar para otro lado.

  • Y lo capitalizan franquicias y estructuras que viven mejor cuanto más desordenado y subdesarrollado esté el mercado local.

Hasta que no se hable de esto con nombre y apellido de sistema,
no de personas sueltas,
los argentinos van a seguir creyendo que “algo se está arreglando”
mientras en realidad todo se acomoda para que ganen los mismos de siempre.

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