lunes 15 de diciembre de 2025 - Edición Nº200

Fe y Cultura | 5 dic 2025

Luján, pensamiento nacional y la hora de la v

Insubordinarnos o desaparecer: la lección de Marcelo Gullo para una Argentina arrodillada

En Luján, frente a un teatro lleno, Marcelo Gullo volvió a poner el dedo en la llaga: los países que hoy nos dan lecciones se hicieron grandes desobedeciendo al poder mundial, protegiendo a su gente y usando al Estado como herramienta estratégica. Argentina hizo lo contrario. Y si no asumimos esa verdad incómoda, ni Luján ni Olavarría ni el país van a levantarse jamás.


Por: Instituto Sinaí de Orden y Hispanidad

 

1. Pensar lo que nos pasa… en serio

La presentación en Luján no fue un acto cultural más. El propio intendente lo dijo sin maquillaje: hace 200 años que no logramos consolidar un proceso de desarrollo, naturalizamos niveles obscenos de pobreza, y ni siquiera somos capaces de acordar 3 reglas básicas para convivir.

La Escuela Luján para el pensamiento nacional nace justamente para eso: romper la modorra mental, dejar de comprar “espejitos de colores”, y aprender a pensar desde nuestra historia, no desde los manuales escritos para que sigamos de rodillas.

Gullo entra ahí como un bisturí: sus libros sobre insubordinación fundante explican por qué algunos países se desarrollaron… y por qué nosotros, teniendo todo, no somos nada.


2. La pregunta brutal: ¿cómo puede ser que teniendo todo no seamos nada?

Gullo vuelve de Europa a los 90 y se encuentra con un país irreconocible:

  • Un país que dejó de ser industrial,

  • que pasó de tener 3–4% de pobreza a la miseria estructural,

  • y que ya no puede echarle la culpa a los golpes militares porque desde 1983 las decisiones se toman “en democracia”.

Y formula la pregunta que nadie en el poder quiere responder:

“¿Cómo puede ser que teniendo todo no seamos nada?”

La respuesta no es “mala suerte”, ni “somos así”.
La respuesta es subordinación ideológico-cultural: nos impusieron un modelo mental en el que hacemos exactamente lo contrario de lo que hicieron ellos cuando estaban en nuestra situación.


3. El patrón que se repite: todos los que se desarrollaron hicieron LO CONTRARIO de lo que nos mandan hacer hoy

Gullo recorre casos concretos. No son slogans, son decisiones históricas:

Inglaterra isabelina (1550):
Era una isla miserable que exportaba lana sucia a los Países Bajos. Isabel I hace dos movimientos que hoy cualquier “experto televisivo” llamaría “locura intervencionista”:

  1. Prohíbe la importación de textiles y trae empresarios y obreros extranjeros para montar fábricas en Inglaterra.

  2. Deja de exportar lana a los Países Bajos y los obliga a cerrar sus industrias cuando se les termina el stock.

Resultado: antes de 1750 Inglaterra ya estaba industrializada. No fue “la mano mágica del mercado”: fue la mano firme de la política.


Estados Unidos (Hamilton y Lincoln):
Las 13 colonias se dan cuenta de algo obvio: si aceptan que los productos ingleses vuelvan libremente después de la independencia, sus pequeñas fábricas mueren.
Hamilton escribe su famoso Informe sobre las Manufacturas:

  • Defiende proteccionismo,

  • apoya a la industria naciente,

  • y diseña un sistema para cuidar a las pymes industriales hasta que puedan competir.

Más tarde, cuando el norte industrialista y el sur agroexportador se enfrentan, Lincoln hace algo políticamente incorrecto, pero estratégicamente claro: usa el conflicto (esclavitud) para imponer por la fuerza el modelo proteccionista, porque sabía que sin eso Estados Unidos iba a ser para siempre un gran campo de algodón al servicio de Londres.


Alemania:
Dividida en 33 estados que se despreciaban entre sí, sin “gen alemán superior” ni mito mágico. Lo que cambia la historia es:

  • El Zollverein (unión aduanera),

  • proteccionismo inteligente,

  • inversión masiva en educación técnica e ingeniería,

  • y piratería industrial: copiaban productos ingleses, los desarmaban y mejoraban.

El sello “Made in Germany” originalmente era un aviso de mala calidad. A fuerza de educación y disciplina, lo transforman en sinónimo de excelencia.


Japón y Corea del Sur:
Japón pasa de samuráis y espadas a potencia industrial cuando:

  • Estatiza minas,

  • crea fábricas estatales,

  • forma ingenieros afuera y los trae,

  • y luego regala las fábricas a una burguesía nacional, manteniendo poder de negociación vía el ejército como principal comprador.

Corea del Sur, que en los 60 tenía obreros que comían 3 huevos por semana, se convierte en potencia tecnológica con una combinación brutal de:

  • Estado fuerte, planificación y sacrificio,

  • protección de industria propia,

  • y un esquema de desarrollo implacable.


Canadá:
Es el caso más parecido al nuestro:

  • Dominio británico,

  • riesgo de ser devorado por Estados Unidos,

  • y una dirigencia que decide jugar a fondo.

John Macdonald promueve:

  • Ferrocarril propio de Atlántico a Pacífico, lento y caro, pero hecho con industria canadiense.

  • Un sistema que monopoliza la exportación de granos: el Estado le compra al productor a un precio justo, y se queda con el diferencial internacional para financiar educación e industria.

Sin golpes, sin revolución violenta, con batalla cultural y política paciente, Canadá sale del lugar de “India blanca” que le tenía reservado el imperio.


4. La mentira central: el libre comercio como religión para colonias

Todos estos casos muestran lo mismo:

  • Cuando eran débiles: proteccionismo, piratería tecnológica, Estado fuerte, planificación, educación técnica, disciplina.

  • Cuando llegaron a la cima: exportaron al mundo el “evangelio del libre comercio” como si fuera ciencia neutra.

Nos vendieron que:

  • el Estado no debe intervenir,

  • que las aduanas son malas,

  • que “el mercado global” es un reloj perfecto donde nadie debe meter la mano.

Y nosotros lo creímos. Nos desmontamos a nosotros mismos. Abrimos la economía cuando ellos nunca lo hicieron en su etapa más vulnerable.

Eso es subordinación ideológica: pensar con la cabeza del amo, aceptar como “ciencia” lo que en realidad es propaganda de poder.


5. La hora de Argentina: ventana de oportunidad o suicidio

Gullo lo dice sin vueltas:
El mundo está en conflicto. Estados Unidos vuelve al proteccionismo, Europa se reacomoda, China disputa la hegemonía, Rusia desafía el orden anterior.

Cuando hay lío en el centro, hay margen en la periferia.
Cada vez que Argentina tuvo momentos de avance (Irigoyen, Perón, ciertos ciclos industriales) fue porque los grandes estaban ocupados en sus problemas.

Hoy pasa lo mismo: hay una ventana histórica de 10–15 años.
O usamos ese tiempo para:

  • recuperar industria,

  • dejar de endeudarnos como colonia,

  • reconstruir educación seria y técnica,

  • redefinir nuestro rol en el mundo desde una patria grande, hispánica y continental…

…o nos resignamos a ser granero, cantera y basurero de datos del resto del planeta.

Y acá entra la parte más dura: Argentina hoy está haciendo exactamente lo contrario de lo que debería.
Abre su economía sin orden interno, destruye el poco aparato productivo que queda y deja a su pueblo a merced del desempleo, la informalidad y la migaja asistencial.


6. Luján, Olavarría y la insubordinación que falta

Luján mira sus 400 años y se pregunta por su misión histórica.
Olavarría debería hacer lo mismo.

Porque la insubordinación fundante no es solo un tema de “nación versus imperio”.
También es:

  • ciudad versus metrópolis,

  • productores reales versus intermediarios parasitarios,

  • instituciones vivas versus estructuras coloniales que viven del desorden.

En el plano inmobiliario, el paralelismo es evidente:

  • Nos vendieron el cuento de un “mercado libre” donde cualquiera puede progresar…

  • Pero el resultado es un sistema caótico, sin datos, sin trazabilidad, sin justicia, donde ganan los más inescrupulosos, no los más capaces.

  • Las familias pagan de más, venden de menos, se endeudan sin entender, y la ciudad se planifica a ciegas.

Eso también es subordinación ideológica: aceptar que el negocio inmobiliario sea un sálvese quien pueda, sin reglas claras, sin estadísticas, sin cooperación.


7. ¿Qué sería una insubordinación fundante para Olavarría?

Aplicado a nuestro territorio, el mensaje de Gullo se traduce en decisiones concretas:

  • Romper con el rol de “colonia inmobiliaria” donde pocos manejan la información y muchos pagan el costo.

  • Crear un sistema MLS que ordene datos, exclusividades, historial de ventas y trazabilidad de operaciones.

  • Diseñar instituciones nuevas que combinen:

    • ética,

    • tecnología,

    • cooperación profesional,

    • y defensa del vecino de a pie.

Eso es insubordinación fundante en clave local:
desobedecer al caos como modelo, negar el “así se hizo siempre”, y construir un orden nuevo donde la información, la justicia y la transparencia tengan más poder que las relaciones oscuras.

No alcanza con criticar al Colegio, al Estado o a “los políticos”.
Hay que ofrecer una estructura alternativa funcional, medible y superior en resultados.
Exactamente lo que Gullo muestra que hicieron Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea y Canadá en su terreno.


8. Cuando la noche es más oscura…

Gullo cierra con una frase que no es autoayuda, es una advertencia:

“Cuando la noche es más oscura es porque va a amanecer.
Volverá tarde o temprano el pueblo argentino a ponerse de pie.”

No es automático. No es mágico.
Depende de si tenemos el coraje de insubordinarnos en serio:

  • contra la mentira del libre comercio como dogma,

  • contra la resignación a la pobreza,

  • contra el relato de que “el problema somos nosotros” como pueblo,

  • y contra las estructuras internas que viven de que todo siga desordenado.

Luján ya empezó a sacudir el velo con su escuela de pensamiento nacional.
Olavarría tiene que decidir si va a seguir anestesiada o si se anima a su propia insubordinación fundante, también en el mercado inmobiliario, también en la forma de organizar la ciudad y la riqueza.

Porque esta vez la disyuntiva es brutal y simple:
o construimos nuestro propio orden… o nos terminan de borrar de la historia.

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