Por: Observatorio de Transformación Inmobiliaria y Justicia Territorial Sinaí
¿Quién es Pedro Vissio?
Pedro Vissio se presenta como activista, más que nacionalista y alguien que pone por delante el sentido común, la verdad y la transparencia.
No se define desde una ideología cerrada, ni como peronista, ni macrista, ni nada parecido: se corre del plano partidario y se planta desde un código propio.
Dice que lo mueve el peligro, no como adrenalina barata, sino como síntoma de que se está acercando a lugares donde a muchos no les conviene que entre: estructuras de poder, zonas grises del sistema, temas que casi nadie quiere tocar en la Argentina de hoy.
Uno de los ejes más fuertes de la entrevista es la idea de poder real:
“El poder real no se ve”, resume Vissio, citando a alguien que, según cuenta, tuvo muchísimo poder dentro del Estado argentino.
Para él, arriba del teatro político visible hay muy pocas personas y estructuras que operan con información privilegiada y una agenda de largo plazo.
Argentina, por sus recursos (agua, tierras, energía, alimentos, litio), es un país demasiado importante como para dejarlo librado al azar: si el propio país no puede administrar sus datos y su soberanía, otros lo hacen.
El punto central es brutal y simple para cualquiera que lea esta nota desde Olavarría o desde cualquier ciudad del interior:
No sabemos con precisión qué tenemos,
ni cuánto tenemos,
ni cómo se usa lo que tenemos.
Sin datos confiables, la sociedad discute relatos, no realidades. Y así, dice Vissio, el país se convierte en “campo de prueba” para intereses que manejan la información desde afuera.
Cuando la conversación entra en el terreno del periodismo argentino, Vissio no la maquilla: lo define como una profesión cooptada, alineada a líneas editoriales y a intereses económicos y políticos.
Habla de una “falsa transparencia”: estadísticas, índices y narrativas oficiales que tranquilizan a una parte de la sociedad y sirven para justificar decisiones hacia adentro y hacia afuera, pero que no reflejan toda la realidad.
En la justicia, el diagnóstico es igual de crítico: Vissio sostiene que es partidista, responde a intereses y se mueve según quién tiene más poder, información e influencia, no según quién tiene la razón. Las grandes causas se vuelven teatro, los escándalos se licúan y eso termina normalizando la corrupción.
Frente a eso, describe a una sociedad conformista, educada para aceptar lo absurdo a cambio de un poco de estabilidad. El argentino promedio, dice, se acostumbra a “vivir más o menos” y deja de cuestionar. Es la base del clientelismo: un poco de ayuda, un poco de consumo, cero discusión de fondo.
Cuando se le pregunta dónde empezar la reconstrucción de Argentina, Vissio no habla primero de instituciones, ni de leyes, ni de partidos. Habla de conciencia ciudadana.
Según él:
Argentina no tiene una cultura sólida, sino costumbres,
la educación no forma ciudadanos libres sino personas cansadas y desinformadas,
y sin conciencia, cualquier reforma se vuelve maquillaje.
La salida, resume, tiene tres pilares:
Transparencia real de la información
Reglas claras y estables
Sentido común y empatía para reconstruir códigos compartidos
Solo desde ahí se puede ordenar la justicia, la política, la economía y la vida cotidiana.
En ese punto aparece el cruce directo con Sinaí MLS y con Olavarría.
Lo que Vissio plantea a nivel nacional –que sin datos no hay libertad ni soberanía– es exactamente lo que pasa todos los días en el mercado inmobiliario:
cada inmobiliaria maneja su número,
no hay información unificada,
el ciudadano no puede verificar nada,
y el desorden favorece a los que están más cerca del poder y más lejos de la verdad.
La propuesta del MLS Sinaí es lo contrario:
un sistema donde las agencias colaboran,
se almacenan y comparten datos reales,
se ordenan operaciones y precios,
y se construye un mercado donde todos los que juegan limpio pueden ganar: propietarios, compradores, agentes y la ciudad.
Vissio lo resume con una imagen simple para el futuro:
El sistema se corrige cuando hay códigos claros, reglas compartidas y argentinos que dejan de verse como enemigos individuales para empezar a construir algo en unidad.
Esta entrevista con Pedro Vissio no es solo una charla más: es parte de esa corrección.
Poner sobre la mesa el vínculo entre información, poder y libertad es el primer paso para que ciudades como Olavarría dejen de ser terreno opaco y empiecen a organizarse en serio