Por: Redacción Sinaí Olavarría
Cuando el problema no es vender, sino quién sos cuando vendés
Durante años, el debate inmobiliario en Argentina giró alrededor de precios, portales, ciclos económicos y coyuntura política. Sin embargo, pocas veces se aborda el núcleo real del problema: la identidad profesional del corredor inmobiliario.
En una charla profunda y sin marketing, conversamos con Martín Auser, corredor inmobiliario, mentor y creador de Espacio 180°, para ir más allá de la técnica y poner sobre la mesa una pregunta incómoda pero urgente:
¿por qué el mercado funciona de manera fragmentada, desordenada y poco confiable, incluso cuando hay buenos profesionales?
Uno de los conceptos centrales que atraviesa toda la conversación es la diferencia entre estar ocupado y ser efectivo.
Martín lo explica con claridad: muchos corredores trabajan sin parar, pero viven apagando incendios. Esa dinámica no solo desgasta, sino que impide pensar, mejorar y crear valor real.
Cuando no hay procesos, no hay tiempo.
Y cuando no hay tiempo, no hay aprendizaje, ni estrategia, ni evolución.
El resultado es un profesional reactivo, dependiente del portal, del llamado ocasional o del humor del mercado.
Un punto clave de la entrevista es la idea de que la técnica sin identidad no se sostiene.
Hoy cualquier persona puede acceder a guiones, herramientas digitales o incluso a inteligencia artificial que explique cómo prospectar, captar o negociar. Pero eso no garantiza resultados.
¿Por qué?
Porque sin una identidad profesional sólida, la incomodidad del oficio —el rechazo, la frustración, la constancia— termina ganando.
Construir identidad no es una cuestión motivacional. Es estructural.
Define cómo se trabaja, cómo se decide, qué se acepta y qué no.
La conversación también pone sobre la mesa una grieta silenciosa dentro del sector:
el modelo transaccional versus el relacional.
El primero busca maximizar la comisión en cada operación, aun a costa del cliente, del colega o del largo plazo.
El segundo entiende que el dinero es una consecuencia del servicio, no el objetivo final.
En ese marco, compartir operaciones, colaborar con otros corredores y construir vínculos duraderos deja de ser una amenaza para convertirse en una ventaja competitiva real.
Lejos de ver lo legal como un trámite, Martín remarca que el conocimiento jurídico es parte del respeto al cliente.
No solo evita errores costosos, sino que protege reputación, genera confianza y eleva el estándar del mercado.
Cuando el profesional entiende el impacto de sus actos, deja de improvisar y empieza a ejercer con responsabilidad.
Quizás la frase más contundente de la charla es esta idea:
“El mercado no está roto: refleja la identidad de quienes lo integran.”
El desorden, la desconfianza y la fragmentación no aparecen de la nada. Son el resultado de hábitos repetidos durante años. Cambiar eso no depende de una crisis ni de una moda, sino de decisiones conscientes.
Formarse, organizarse, colaborar y profesionalizarse no es ideología. Es supervivencia.
Mirando a cinco o diez años, el mensaje es claro:
los corredores que no construyan procesos, identidad y propuesta de valor quedarán fuera del juego, aunque hoy facturen.
El futuro no va a premiar al más vivo, sino al más confiable.
Esta entrevista no busca convencer ni vender.
Busca ordenar la conversación.
Porque antes de discutir sistemas, marcas o modelos, hay una pregunta previa que cada profesional —y cada ciudadano— debería hacerse:
¿qué tipo de mercado queremos construir… y qué tipo de personas estamos siendo para hacerlo posible?