El argumento central se repite:
“El colegio existe para erradicar la ilegalidad”.
Pero esta frase, repetida como mantra, evita la pregunta esencial:
¿por qué, en un país lleno de colegios, matrículas y regulaciones, el mercado sigue siendo caótico, caro, ineficiente y opaco para el ciudadano común?
Si el orden fuera real:
comprar una vivienda no sería una odisea,
los precios no serían arbitrarios,
la información no estaría fragmentada,
y la confianza no sería una excepción.
La realidad muestra lo contrario. Y cuando la realidad contradice el relato, hay que revisar el relato, no perseguir a quien lo expone.
En la entrevista se afirma que los “ilegales” engañan a la sociedad con publicidad masiva y respaldo económico .
Sin embargo, nadie explica por qué esa publicidad conecta, ni por qué miles de ciudadanos siguen eligiendo canales alternativos.
La respuesta incómoda es simple:
👉 porque el sistema tradicional no resolvió los problemas reales de la gente.
El profesionalismo no se decreta, se demuestra:
con datos reales,
con procesos claros,
con cooperación entre actores,
con precios trazables,
con información abierta.
Sin eso, la matrícula se vuelve un sello vacío.
En toda la conversación hay una constante:
se habla de colegas, legisladores, funcionarios, justicia, bancos…
pero casi nunca del ciudadano como sujeto central.
Y sin ciudadano informado:
no hay mercado sano,
no hay democracia real,
no hay libertad posible.
Cuando se afirma que “la ley está de nuestro lado”, la pregunta correcta es otra:
¿la verdad también?
Hay un punto especialmente grave:
el reconocimiento explícito de vínculos estrechos entre colegios profesionales y el poder político .
Esto no es neutral.
Es organización de intereses.
Mientras tanto, el ciudadano:
no entiende cómo se fija un precio,
no sabe quién controla a quién,
no accede a datos públicos,
y termina pagando los costos del desorden.
Ese es el verdadero caos:
un sistema cerrado, autorreferencial, que se legitima a sí mismo y se defiende atacando.
Decir la verdad con amor no es gritar.
Es explicar.
Y la explicación es esta:
👉 Argentina no necesita más castas profesionales cerradas.
👉 Necesita doctrinas abiertas de cooperación, reglas claras, datos públicos y ciudadanos educados.
Por eso desde Sinaí estamos organizando una doctrina de cooperación nunca antes vista en el mercado inmobiliario argentino.
No para reemplazar personas.
No para perseguir a nadie.
Sino para ordenar lo que hoy está deliberadamente desordenado.
Una doctrina abierta para que todos entendamos:
cómo funciona la política,
cómo opera la justicia,
cómo se forman los precios,
cómo se organiza un mercado sano.
Porque un pequeño grupo de vividores de lo ajeno está organizado desde hace décadas.
Y un pueblo desorganizado siempre termina siendo esclavo.
La libertad no nace del enojo.
Nace del conocimiento compartido.
📌 Exijamos información.
📌 Exijamos datos.
📌 Exijamos verdad.
Y entonces sí —recién entonces— seremos verdaderamente libres.