“Los ilegales”: cuando el sistema acusa al síntoma y esconde la enfermedad

Durante años, en el mercado inmobiliario argentino —y también en Olavarría— se instaló una narrativa cómoda:
si algo no funciona, la culpa es de “los ilegales”.

Así se tituló, sin rodeos, uno de los ejes centrales de la entrevista realizada en el programa Ladrillo, donde Marta Liotto, presidenta del Colegio Inmobiliario Porteño, expuso con claridad la posición institucional:
la matrícula obligatoria como garante del orden, la persecución de la ilegalidad y la defensa del profesional matriculado como única vía legítima de intermediación.

El planteo es coherente desde la lógica del sistema actual.
Pero incompleto desde la realidad que vive la gente.

Porque cuando millones de personas no pueden acceder a una vivienda, cuando los precios están distorsionados, cuando la información es opaca, cuando nadie sabe cuánto vale realmente una propiedad… el problema no es quién intermedia, sino cómo está diseñado el sistema.

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El verdadero conflicto: no es legal vs ilegal, es orden vs desorden

En la entrevista se repite una idea clave:

“Los ilegales engañan a la sociedad con publicidad masiva y valores irreales”

La afirmación es fuerte.
Pero abre una pregunta incómoda que casi nunca se hace:

👉 ¿Por qué la sociedad cree esas publicidades?
👉 ¿Por qué no existen valores de referencia públicos, confiables y verificables?
👉 ¿Por qué la tasación sigue siendo un acto subjetivo y no un proceso basado en datos reales?

Cuando un mercado carece de:

• estadísticas abiertas,

• historial público de operaciones,

• precios de cierre reales,

• reglas de cooperación claras,

el engaño no es una anomalía: es una consecuencia lógica.

Y ahí está el punto ciego del debate.

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El ciudadano queda atrapado en una guerra que no es suya

Mientras colegios, franquicias, martilleros independientes y agentes discuten quién tiene legitimidad, el ciudadano:

• no sabe si el precio que le piden es real,

• no entiende por qué una propiedad vale 100 hoy y 130 mañana,

• no tiene forma de comparar operaciones,

• no accede a información confiable,

• toma decisiones patrimoniales a ciegas.

El mercado inmobiliario se volvió emocional, opaco y fragmentado, y eso no protege a nadie, ni siquiera a los profesionales matriculados.

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La entrevista dice algo más profundo (aunque no lo nombre)

Cuando Marta Liotto habla de:

• concientizar sobre valores reales,

• combatir la sobre–tasación,

• profesionalizar,

• ordenar el mercado,

• mejorar la relación con el Estado,

• generar confianza,

en realidad está describiendo una necesidad estructural:
👉 un sistema que ordene la información y alinee incentivos.

Y ese sistema no existe hoy, ni en CABA ni en el interior del país.

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Sinaí MLS: una solución que no compite, corrige

Desde Sinaí MLS partimos de una premisa simple, pero incómoda:

El problema no son los actores.
El problema es la arquitectura del mercado.

Sinaí MLS no nace para:

• reemplazar colegios,

• destruir matrículas,

• atacar martilleros,

• ni favorecer franquicias.

Nace para hacer lo que hoy nadie hace:

• Crear datos reales y compartidos

• Transparentar precios de publicación y de cierre

• Fomentar la cooperación profesional

• Ordenar la información para que el ciudadano decida mejor

• Reducir el conflicto interno del sector

• Elevar el estándar del servicio inmobiliario

Cuando hay datos, el engaño cae solo.
Cuando hay cooperación, el conflicto se reduce.
Cuando hay trazabilidad, la confianza vuelve.

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Una pregunta que Olavarría y Argentina tienen que hacerse

¿Queremos seguir discutiendo quién es legal
o empezar a discutir qué sistema sirve a la sociedad?

Porque un mercado:

• sin información,

• sin cooperación,

• sin estándares,

• sin datos abiertos,

no es profesional, aunque esté lleno de matrículas.

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Cierre editorial

La entrevista en Ladrillo es valiosa porque muestra el pensamiento del sistema desde adentro.
Pero también deja claro algo inevitable:

👉 El modelo actual está agotado.

Sinaí MLS no es una rebeldía.
Es una respuesta estructural a un problema que afecta a todos:
ciudadanos, agentes, martilleros, colegios y franquicias.

El futuro del real estate no se define persiguiendo personas,
sino ordenando el mercado.

Y ese debate recién empieza