

Por: Observatorio Sinaí
Argentina tiene un déficit de 1,5 millones de viviendas. Y otras 2 millones están deterioradas o son insalubres.
A esto se suma una paradoja: cada vez vivimos menos personas por hogar, pero consumimos más metros cuadrados.
El resultado: más demanda, menos oferta, expansión caótica y servicios colapsados.
“En los ‘80 vivíamos 4 personas por hogar. Hoy, el promedio es 1,9. Eso implica el doble de viviendas para la misma población.”
El Estado, atrapado en su cortoplacismo y falta de visión, apenas alcanza a poner curitas. Cada año se construyen 10.000 viviendas desde lo público. Y se festejan como goles. Pero el crecimiento vegetativo exige mucho más. Las curitas no salvan pacientes con hemorragia.
Fernando no escatima: la vivienda social se transformó en una lotería política.
Solo unos pocos reciben una casa. El resto mira desde la fila. El mercado, mientras tanto, construye Mercedes Benz en vez de Fíat.
“La Argentina construye para los ricos. Podría fabricar viviendas accesibles, pero la lógica del negocio necesita escasez para generar valor.”
Y peor: lo que debería ser derecho se convierte en inversión, refugio de valor, moneda paralela.
El ladrillo se sacraliza, pero no como hogar, sino como caja fuerte.
“La gente quiere vivir en el campo con servicios de ciudad”, resume Álvarez de Celis al hablar de Villa La Angostura, una ciudad en pleno colapso silencioso.
El fenómeno se repite en todo el país: expansión sin infraestructura, servicios saturados, transporte inexistente, y planificación… ausente.
“La mancha urbana crece al doble de la velocidad que crece la población. Es decir, devoramos suelo sin saber qué estamos haciendo.”
El Estado reacciona tarde. O no reacciona. O directamente desaparece.
Y cuando actúa, lo hace con presupuestos irreales y obras para 2.000 vecinos en barrios que mañana tendrán 4.000. Resultado: colapsos estructurales. Cloacas desbordadas. Transporte insuficiente. Planes hechos para el ayer.
Hay una puerta de salida, pero apenas entreabierta: el crédito hipotecario.
Según los datos, el 25% de los argentinos están en condiciones de acceder a un crédito de U$S 80.000.
Pero el sistema no escala. No hay políticas masivas, ni apoyo serio del Estado. Las pocas iniciativas actuales son “gotas en el desierto”.
“En Argentina tuvimos años completos con cero créditos. Hoy hay 4.000 o 5.000 y lo festejamos como un golazo. Es ridículo.”
Y sin crédito, el alquiler ya no es un paso hacia la propiedad, sino el último escalón.
Jubilados que pagan más del 70% de sus ingresos en alquiler. Jóvenes que ni siquiera sueñan con tener techo propio. Familias nómades. Vínculos rotos por la falta de un punto de arraigo.
Ningún candidato presidencial habla de vivienda. ¿Por qué?
Porque no tienen soluciones. Porque hacer 50.000 casas por año no alcanza. Y porque eso no se resuelve con marketing ni con discursos.
“El problema es tan grave que ya explotó, pero nadie quiere ver la bomba.”
La política se maneja con presupuesto. Pero el hábitat se resuelve con visión.
Y esa visión está ausente. O censurada. O relegada por intereses mezquinos.
¿La prueba? Solo ciudades excepcionales como Trenque Lauquen logran revertir el déficit. ¿Cómo? Planificación, compra anticipada de tierra, venta organizada y recuperación de plusvalía. Simple. Pero nadie lo copia.
Desde el Observatorio Sinaí afirmamos: el cambio no vendrá del Estado, sino de la sociedad organizada, de los mercados éticos, de alianzas estratégicas entre privados con propósito.
El modelo MLS Sinaí propone algo inédito: una red de agentes profesionales, conectados por tecnología, ética compartida y cooperación radical.
No construimos casas, pero construimos orden. No urbanizamos barrios, pero trazamos mapas de confianza, datos y visibilidad.
Y sobre todo, empoderamos a los ciudadanos para acceder a información clara, precios reales, y oportunidades de compraventa limpias.
La Fundación Tejido Urbano levanta la alarma.
Sinaí quiere ser parte de la respuesta.
Conclusión final
Si queremos que la vivienda vuelva a ser un derecho y no un privilegio, no podemos seguir esperando del Estado lo que nunca supo hacer.
El desafío es construir desde abajo, con visión, con método, con agentes de cambio reales.
⚡ El déficit habitacional es el síntoma.
🚫 La falta de planificación es la enfermedad.
🛠️ La cooperación organizada puede ser la cura.