

Por: ✍️ Observatorio Sinaí
Una entrevista reveladora con Sebastián Domínguez y Miguel Chej Muse expone el alma oculta del mercado inmobiliario argentino: reservas escondidas, regulaciones cambiantes y una institucionalidad en crisis. En este caos, el MLS Sinaí propone una alternativa ética y trazable.
Nota del Observatorio Sinaí Olavarría
Argentina, tercer país del mundo en tenencia de dólares fuera del sistema. Según Sebastián Domínguez, estamos sentados sobre un colchón que no sólo guarda billetes: guarda desconfianza, trauma financiero y la memoria de cada saqueo institucional. Un colchón lleno de historia… y de miedo.
La entrevista en Ladrillo, junto al contador tributarista Domínguez y el coordinador del Observatorio de CUCICBA, Miguel Chej Muse, fue mucho más que un análisis técnico. Fue una radiografía de la fragilidad sistémica argentina. Hablaron de blanqueos camuflados, de COTIs derogados, de jubilados devenidos en rentistas para sobrevivir. Pero el mensaje de fondo fue otro: la informalidad no es marginal, es estructural. Y nadie lo quiere decir.
Domínguez explicó con claridad quirúrgica cómo el Estado —ante su propia ineptitud para recaudar y su desesperación por reservas— empieza a legitimar lo que antes perseguía: los dólares no declarados. Un blanqueo sin nombre, una “reparación histórica del ahorrista argentino”.
Mientras tanto, el COTI muere, los bancos ya no reportan operaciones menores a 50 millones, y el “monotributo para alquilar dos inmuebles” se transforma en un nuevo micro paraíso fiscal. Todo en nombre de la libertad. Pero ¿libertad para quién?
Uno de los momentos más tensos de la entrevista fue cuando los propios invitados reconocieron que el argentino cumplidor es el “perejil” del sistema. Blanqueos consecutivos, beneficios impositivos a quienes antes se escondían y promesas de que “esta vez sí será el último” —una frase que ya suena a chiste.
El sistema tributario argentino —según se expuso— premia al astuto y castiga al justo. Una inversión peligrosa que erosiona el pacto moral básico de cualquier comunidad sana.
Chej Muse fue claro: si los dólares vuelven, será al ladrillo. El inmueble como objeto de refugio, como inversión sin riesgo sistémico. Y con razón: en Argentina no confiamos en bancos, ni bonos, ni monedas. Pero el sistema inmobiliario tradicional está saturado.
Miles de corredores, pocos cierres mensuales.
Alquileres que fueron prisión para propietarios e inquilinos.
Escrituras en picada.
Y franquicias que avanzan sin regulación ni trazabilidad real.
Aquí entra MLS Sinaí: una propuesta estructurada para un mercado desestructurado. Una alternativa que combina libertad con reglas claras, descentralización con trazabilidad, profesionalismo con ética.
El Gobierno busca que se usen los dólares bajo el colchón, pero aún no dio garantías jurídicas reales. Las leyes penales tributarias siguen vigentes. Las provincias aún no adhieren. Y la informalidad sigue siendo un terreno fangoso. En ese contexto, todo lo que no esté trazado, medido y documentado puede ser blanco de inspección y sospecha futura.
La paradoja: se impulsa un “blanqueo cultural” sin haber reformado las estructuras normativas. Es como invitar a la fiesta antes de terminar la casa.
La parte más polémica de la entrevista fue la defensa cerrada de la colegiación obligatoria. Chej Muse sostuvo que “las profesiones no se franquician”. Y sin embargo, reconoció que hoy cualquiera puede operar sin matrícula. El sistema está, pero ya no funciona.
Ese es el corazón de la crisis: una legalidad que existe en los papeles, pero no en los hechos. Una burocracia que se defiende a sí misma, mientras pierde legitimidad social.
El MLS Sinaí no niega el valor del profesionalismo. Lo refunda. Crea un sistema ético, transparente, meritocrático y colaborativo, donde el cliente puede verificar con quién está tratando, cómo se comparte la información, y qué reglas se respetan.
La entrevista dejó una imagen contundente: un país con más dólares fuera del sistema que reservas en el Banco Central. Una sociedad que aprendió a sobrevivir en las sombras, pero que hoy quiere, necesita y exige orden.
No un orden policial. Ni estatal. Ni corporativo. Un orden social basado en la confianza y en la verdad.
El MLS Sinaí no es una utopía ni una franquicia. Es una respuesta concreta al caos estructural. Y su tiempo llegó.